La relación de Estados Unidos con México me decía un exembajador mexicano en esta ciudad, “es como el tamarindo, a veces agria, a veces dulce”. La primera vez que me lo dijo le pregunté, ¿Y qué tal a veces amarga? “Pues podría ser”, me dijo con una sonrisa maliciosa. “Pero a mí no me ha tocado”.

Si usted hace un recuento de la relación bilateral de los últimos 50 años verá que Jesús Silva Herzog tenía razón. No hemos visto a la vecindad tornarse amarga. El embajador Silva Herzog tenía muchas anécdotas de su trato con Estados Unidos. El tiempo más difícil le tocó, no como embajador, sino como secretario de Hacienda de México, cuando el gobierno de Ronald Reagan no vaciló en poner en riesgo parte del enorme tesoro de Estados Unidos para rescatar a la economía mexicana. El secretario Silva Herzog vino a Washington el 12 de agosto de 1982, a decirle a Don Regan, entonces secretario del Tesoro de Estados Unidos, que a México se le acabaría el dinero en 4 días.

Silva Herzog manejó lo que él llamaba… ”La crisis más difícil en la historia moderna de México’’, lo hizo con un rígido programa de austeridad exigido por el Fondo Monetario Internacional, para evitar los incumplimientos de pago de la deuda mexicana, las devaluaciones del peso y la inflación furiosa.

Hoy vale la pena recordar todo esto porque, aunque las cosas son distintas, no todo ha cambiado. Solo recuerde como de 1973 a 1981, México vivió una borrachera de petróleo que le dejó una terrible cruda de deuda externa, que en esos siete años creció de $4 mil a $43 mil millones de dólares.

La montaña era alta y el camino empinado, pero un desafío no es necesariamente un obstáculo. Hoy viendo hacia atrás, vale la pena preguntar si el endeudamiento de Luis Echeverría y José López Portillo ¿fue parte de una estrategia chambona de crecimiento económico? O, una consecuencia de malinterpretar el desarrollo energético del primer mundo.

A Miguel de la Madrid y a su secretario de Hacienda les tocó la cruda, que duró hasta que llegó la devaluación en diciembre de 1994.

Fue cuando ocurrió la salida no anticipada de inversionistas y “capitales golondrinos” que forzó en 1995 a Bill Clinton, a otra vez, rescatar a México con 20 mil millones de dólares en efectivo. Ese dinero México lo pagó con intereses de más de 500 millones de dólares. A Silva Herzog ya como embajador, le tocó hacer el último pago de $13, 500 millones de dólares en enero de 1997.

La energía; aún en el centro de la relación bilateral

Usted perdonará el preámbulo para llegar al porqué de la visita del presidente Biden a México. La intención fue mostrarle que Estados Unidos no ha vacilado en meter las manos al fuego por México. No porque le convenga a México, sino porque le conviene a Estados Unidos.

En el 2023 lo tenemos presente, porque las muchas transformaciones de las fuentes de energía hoy volvieron a poner a los dos vecinos en una situación de cooperación forzada. El presidente Andrés Manuel López Obrador anunció que el presidente Joe Biden lo visitará en enero el 9 y 10, aunque también mencionó el 7 y el 8 de ese mes.

Las soluciones que se buscarán

La diferencia en fechas se explica, porque habría una reunión bilateral con el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, y una reunión entre los tres líderes, pero solo después de la muy importante reunión bilateral con Joe Biden.

Esta reunión estaba programada para diciembre, para discutir los muchos cabos sueltos que hay en materia de energía entre los tres socios.

Washington y Ottawa desde julio han amenazado con demandar el tipo de arbitraje considerado en la resolución de disputas bajo el USMCA o T-MEC contra las políticas energéticas del presidente de México, porque discriminan a las empresas estadounidenses y canadienses.

Pero en noviembre este desacuerdo sigue. Estados Unidos está exigiendo que a las empresas estadounidenses que invirtieron en energía renovable en México se les deje operar con la libertad acordada entre esas empresas y el gobierno de Enrique Peña Nieto.

En Washington se quejan del abismo de desconexión que existe entre el gobierno mexicano anterior y el actual, y la mala interpretación y cumplimiento de los compromisos institucionales adquiridos por México. Para EE. UU, los acuerdos deben respetarse aún por gobiernos de distintos partidos y distintas orientaciones a los anteriores, porque los compromisos son hechos con el gobierno de México, no con quienes gobernaron México en otros sexenios.

Las quejas

En Washington DC., las quejas anteriores entre México, Estados Unidos y Canadá se resumen en cuatro puntos:

1. El cambio en las reglas en la producción y manejo de la generación eléctrica para favorecer a las plantas estatales. El gobierno de Biden les llama discriminación hacia las empresas de EEUU en favor de la paraestatal Comisión Federal de Electricidad.

La parte más difícil. ¿Quién compensará a las empresas estadounidenses que invirtieron miles de millones de dólares en instalaciones en México para la creación de energía renovable por el tiempo que han perdido esperando que el gobierno actual les permita operar con las condiciones acordadas con el gobierno anterior? Y, ¿quién las compensará si esas instalaciones nunca vuelven a operar?

2. El gobierno de EEUU se queja también, de demoras e inacción en emisión de permisos en el sector energético por parte del regulador CRE, que es la Comisión Reguladora de Energía, cuyo mandato es “Fomentar el desarrollo eficiente de las industrias de electricidad e hidrocarburos” … “Promoviendo la competencia” y protegiendo los intereses de los usuarios.

Como consideración a México, desde julio se ha pospuesto resolver si EEUU y Canadá van a demandar el proceso de arbitraje que el tratado de libre comercio de América del Norte establece. Pero la paciencia se acabó.

Si no hubiera solución, piense usted en lo caro que saldría que el mundo se entere que el marco legal en México, que es el que brinda certeza a largo plazo a los inversionistas, no se respeta. El incumplimiento aumentaría las tarifas y/o suspendería los beneficios al sector energético, lo que obligaría a reordenar las relaciones comerciales entre México, Estados Unidos y Canadá.

3. La exoneración exclusiva a PEMEX de los requisitos asociados con el contenido de azufre en la producción de diésel, Esta es una disputa vieja que se originó cuando PEMEX descartó cumplir con las normas que se exigen desde el 2019, para producir, distribuir y vender diésel ultra bajo en azufre, para reemplazar el combustible de alto contenido azufrado que aún se vende en México.

Las refinerías actualmente producen principalmente diésel con 500 partes por millón de azufre. PEMEX dice ser incapaz de producir por ahora volúmenes menores de diésel de hasta 15 ppm de azufre que es lo que exigen las nuevas normas.

El diésel alto en azufre afecta la calidad del aire y la salud de los que respiramos el producto de su combustión.

4. El cuarto punto, es la constante queja sobre los cambios regulatorios destinados a obligar a los usuarios del sistema nacional de gasoductos a contratar sus suministros con las empresas estatales mexicanas.

Joe Biden lleva a México muchos asuntos sin resolver

A México, incumplir sus compromisos le costaría miles de millones de dólares de inversión y comercio, por eso no nos engañemos, la gente del presidente Biden confía en que México sabe que si va a arbitraje perderá, y mucho.

El plan Sonora

El presidente López Obrador respondió al llamado del presidente Biden de que México se una a EEUU desarrollando nuevas energías renovables, ofreciendo crear en Sonora, un enorme parque de generación de energía solar, y poniendo en marcha “Litio Mx”. Empresa estatal que explotará al litio, material abundante en México produciendo baterías para los autos eléctricos. Las empresas canadienses y estadounidenses podrían participar. Pero Canadá y EEUU tendrán que ofrecer créditos blandos y baratos.

En EEUU se dice “Put your money where your mouth is”, traducido– Si EE.UU. de verdad quiere que México participe va a tener que mostrarlo con buenos créditos.

La inmigración irregular y las visas de trabajo para mexicanos

La otra parte de la agenda tiene que ver con la promesa mexicana de invertir hasta $1,500 millones de dólares en detener a la inmigración irregular del mundo entero, que atraviesa suelo mexicano para llegar a Estados Unidos. Biden quiere conocer los detalles y seguro el presidente López Obrador quiere por su parte, una lista detallada de que le comprará ese dinero en términos de cuantas visas de trabajo a Estados Unidos y qué tipo de visado habría, para los mexicanos en México.

Todo eso llevará Biden en enero a México en su portafolio.

* Por casi tres décadas el periodista Armando Guzmán se ha ganado el reconocimiento en México y Estados Unidos por su cobertura en Washington. Puede seguirlo en los diferentes medios y plataformas, como radio, televisión, prensa escrita e internet.

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