Migración deja de emitir permisos de tránsito y clausura su oficina temporal en Tapachula mientras al norte las autoridades estadounidenses advierten que regresará a los migrantes que crucen su frontera de forma ilegal

Un día después de terminar el Título 42, la controvertida norma que permitía expulsar a los migrantes nada más pisar suelo estadounidense, también se han acabado los esfuerzos extra del Gobierno mexicano con los migrantes que entran por su frontera sur. Ante la crecida del flujo, el Instituto Nacional de Migración (INM) instaló hace tres meses una sede temporal en un céntrico parque de Tapachula, una ciudad colapsada por los ríos de persona que cruzan desde Guatemala. Para atender la crisis migratoria, el INM aceleró durante las últimas semanas la emisión de miles de permisos temporales para poder transitar hacia el norte del país. Este viernes, sin embargo, los casi 1.000 migrantes que hacían fila para esperar sus documentos provisionales vieron cómo la oficina era clausurada. Y en vez de papeles, los agentes les subieron en unos 20 autobuses para repartirlos por diferentes sedes migratorias al norte del Estado de Chiapas.

El INM les ha prometido entregarles la documentación en las otras sedes. Sin embargo, el instituto anunció este mismo viernes en un comunicado que dejaban de emitir permisos temporales con la justificación de la falta de recursos para atender a los migrantes. En este clima de contradicciones e incertidumbre, las organizaciones de la sociedad civil advierten de que la institución ahora entrega documentos de forma “arbitraria” y no especifica por qué frontera pueden salir sus portadores, dejándolos en un limbo que los pone en peligro. Mientras tanto, este mismo día, Estados Unidos amenazó con deportarlos si cruzan su frontera de forma ilegal.

Tapachula, la ciudad-trampa que mantiene retenidas a decenas de miles de migrantes, amaneció desahogada este viernes. Los albergues, calles y plazas de la ciudad, que usualmente se mantienen repletos de migrantes, estaban aliviados. Durante las últimas dos semanas, miles de personas hicieron cola frente a la sede temporal del INM en el parque Ecológico de la ciudad para recibir un permiso para avanzar hacia el norte. La acumulación llegó a ser tal que el sistema colapsó, generando un tapón que permitió que muchos padecieran durante días bajo sol y lluvia con la esperanza de obtener el permiso.

Entre los migrantes que el INM movilizó en autobuses había algunos que venían desde otros continentes. Obad Kan, un afgano que viaja con un grupo de cinco amigos más del mismo país, preguntaba, desorientado y mezclando palabras en inglés, afgano y español, qué estaba sucediendo frente a los autobuses que abordaban los migrantes. Ayudado por un traductor en su teléfono móvil, explicó a EL PAÍS que tiene miedo de que lo deportaran después de subirse. “Estamos cansados y sin dinero. Tengo miedo de ser engañado”, escribió.

El albergue Jesús El Buen Pastor, con capacidad para 500 personas, pero que casi siempre se mantiene al 300% de su capacidad, hoy estaba a un 90%, según el encargado del lugar. Esto no quiere decir que ha dejado de haber migrantes en Tapachula. Organizaciones que trabajan por los derechos de los migrantes estiman que en la ciudad aún permanecen más de 30.000 migrantes estancados.

Marco, un colombiano de 43 años, y su esposa Eva, una venezolana de 26, esperaban esta tarde en el albergue junto a sus dos hijas, de dos y un año. Ambos aseguraron que, aunque ya tienen el permiso temporal que les emitió Migración, no pueden avanzar al norte por falta de dinero.

Este viernes, el comisionado de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP, por sus siglas en inglés), Troy Miller aseguró que “la frontera no está abierta a la migración irregular” y agregó que los migrantes que crucen la frontera por puntos no autorizados podrán ser deportados “a lugares en el sur de México”, según se lee en un comunicado oficial.

Mientras tanto, por la frontera sur de México siguen ingresando cientos de migrantes al día con la esperanza de llegar a Estados Unidos. Activistas locales aseguran que la crisis en el sur empeorará cuando empiecen las deportaciones de los miles de migrantes que ahora se acumulan en el sur.

Al final de la tarde, un grupo de once venezolanos llegó al albergue Jesús El Buen Pastor. Josué, uno de ellos, dijo que llegaron tarde a la oficina de migración, cuando ya estaba clausurada y los buses ya se habían ido. “Nos han dicho que el lunes volvamos. Si no nos dan el documento vamos a avanzar sin papeles”, dijo.

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