Una situación de violencia y acoso laboral se vuelve un círculo vicioso para las organizaciones, ya que coadyuva en elevados niveles de rotación, renuncias y por ende, en afectaciones económicas.

La violencia y el acoso laboral es una realidad en México y en el mundo, por ello es importante visibilizar esta problemática y darle especial atención para así prevenirla y erradicarla.

México está en un momento clave porque recién entró en vigor en nuestro país el Convenio 190 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el cual fue creado en 2019 con el objetivo de reconocer el derecho de toda persona a un mundo laboral libre de violencia y acoso.

Con esto, México adquiere la obligación de alinear su legislación en la materia para cumplir con los estándares internacionales. De manera específica, este convenio ayuda a reconocer múltiples formas de violencia y acoso laboral que pueden sufrir los trabajadores en distintos momentos de la vida laboral, empezando desde el proceso de reclutamiento.

Además, a raíz de la flexibilidad laboral, se reconoce que estos comportamientos inaceptables no solo ocurren en el espacio físico de trabajo sino a través de herramientas tecnológicas, pero además, en diferentes escenarios, como traslados relacionados al empleo o en eventos de trabajo.

Como lo he comentado en diversas ocasiones, la tecnología ha sido un gran aliado para la transformación de los procesos de las empresas al brindar, entre muchas otras ventajas, eficacia. Pero considero que puede ser contraproducente cuando ésta se utiliza para violentar o acosar a las personas en un ambiente de trabajo; por ello, los mensajes instantáneos son actualmente la herramienta más accesible para violentar, además de las redes sociales y los correos electrónicos.

De acuerdo con una encuesta que realizamos, 3 de cada 10 personas trabajadoras aseguran haber sufrido alguna forma de violencia o acoso laboral y para la mitad de ellos este comportamiento se prolongó por más de seis meses.

Esto revela una problemática profunda porque ocasiona estrés y ansiedad en los trabajadores, padecimientos que tienen consecuencias serias en su salud física y mental, pero también en la salud de las empresas y no podemos olvidar que de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, México ocupa el primer lugar a nivel mundial en estrés laboral.

Punto que nos dan a conocer los mismos profesionistas mexicanos en nuestros sondeos, ya que 6 de cada 10 trabajadores dicen haber experimentado estrés laboral, ansiedad o depresión por situaciones de violencia y acoso; un 58% decidió renunciar a su empleo, otros dijeron sufrir enfermedades físicas e, incluso, los que vivieron situaciones de este tipo en su proceso de postulación, decidieron no aceptar un empleo, lo que es gravísimo para la marca empleadora de una compañía

 

Esta situación de violencia y acoso laboral se convierte en un círculo vicioso para las organizaciones, ya que coadyuva en elevados niveles de rotación, renuncias y por ende, en afectaciones económicas en las empresas, así como pérdida de la productividad y la competitividad en el mercado.

A pesar de que la mayoría de los trabajadores atañen estos comportamientos poco deseables a estructuras tóxicas dentro las compañías, también es cierto que hay factores discriminatorios por género, por características físicas, culturales o por orientación sexual. Lo anterior se puede dar en diferentes direcciones por estructuras jerárquicas poco convenientes, de superiores a subordinados, pero también entre los mismos colaboradores.

De esta manera, es fundamental que en las organizaciones implementemos acciones de prevención y contención, empezando por contar con políticas claras sobre violencia y/o acoso laboral, ofrecer canales de atención y denuncia, brindar herramientas de orientación, educación y sensibilización de la problemática, así como garantizar la inspección e investigación de los casos, lo que, además, es un requisito para cumplir con los estándares internacionales.

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